14 abr 2008

Testigos de un Imperio

Las momias incaicas en Salta

Cosas Nuestras
Revista N° 18
Salta

En la cima del volcán Llullaillaco se encontraron los cuerpos congelados de tres niños, protagonistas de un ritual incaico celebrado hace más de cinco siglos. La importancia del hallazgo dio pie a la creación del Museo de Arqueología de Alta Montaña donde se exhiben, con cuidadoso respeto y tecnología de punta, los tres representantes de una cultura milenaria.

La noticia dio la vuelta al mundo y fue tapa de diarios y revistas. Se trataba del hallazgo antropológico más importante de los últimos tiempos: tres niños viejos, viejísimos, entregados a los dioses en un ritual legendario pero que aun así permanecían perfectos, casi intactos. Después del asombro, autoridades salteñas junto con científicos de renombre se pusieron en marcha y en apenas un lustro cobró forma el Museo de Arqueología deAlta Montaña (MAAM).

La rareza y peculiaridad de la colección hacen que en el MAAM todo esté cuidadosamente pensado. Su director, Gabriel Miremont, explica que es “un museo actual, contemporáneo del siglo XXI, que mira hacia atrás pero desde la perspectiva del hoy. Es el más moderno de Latinoamérica y está a la cabeza en lo que es criopreservación. Pone a la tecnología al servicio de la ciencia”.

Ubicado frente a la plaza central de Salta, a metros de la Catedral, el MAAM tiene tres niveles, y fue realizado con un “diseño muy amistoso”, señala Miremont, de 39 años, licenciado en Museología. El ambiente en todas sus áreas se mantiene filtrado y desbacterizado, la luz se intensifica ante la presencia de público, y las salas de exposición están equipadas con sonidos que recrean cantos y música precolombina. No faltan videos documentales, obras de arte, esculturas y murales para dar muestra de la riquísima civilización americana. Todo el patrimonio del museo está dispuesto en vitrinas con un concepto de luminosidad que remite al frío, la altura y la geografía desolada de las cumbres andinas. El inicio del recorrido lo marca la exhibición de escritos de los primeros expedicionarios al volcán Llullaillaco, le siguen restos de construcciones de piedra levantadas en la cima del volcán y objetos tallados a mano para las ceremonias. Aunque la muestra que quita el aliento y deslumbra hasta al más escéptico de los visitantes se observa un poco más adelante, en la sala de exposición permanente. Se trata de las tres momias mejor conservadas que se hayan revelado al hombre.

EL DESCUBRIMIENTO
Las tumbas de los tres niños fueron descubiertas el 17 de marzo de 1999 en la cima del Llullaillaco, a 6.739 metros de altura, por el arqueólogo estadounidense Johan Reinhard y su equipo conformado por investigadores argentinos y peruanos. Los primeros descubrimientos que salieron a la luz fueron piezas de madera, hueso y tela, objetos que conformaban el ajuar y anticipaban lo inimaginable. Al día siguiente, en la misma zona, medio metro más abajo de las primeras excavaciones el equipo gritó “¡Esto es un milagro!”. Habían encontrado el primer cuerpo y lo bautizaron El Niño.

Estaba helado, hecho un bollito, con el rostro apoyado sobre las rodillas. Un manto de color marrón y rojo cubría su cabeza y la mitad de su cuerpo, tenía en los pies mocasines de cuero y lana, y en su muñeca derecha un brazalete de plata. Como todos los varones de la elite incaica, llevaba el pelo corto y un adorno de plumas blancas sostenido por una honda de lana enrollada en la cabeza. Fue el descubrimiento más importante después de años de expediciones y trabajos de campo iniciados a principios de la década de 1950.

Para no salir del asombro, ese mismo día localizaron el cuerpo de una jovencita de 15 años, hoy conocida como La Doncella. Estaba sentaba con las piernas cruzadas, los brazos apoyados sobre el vientre y la cabeza apuntando al pecho. Peinada con trenzas que le cubrían la cara pintada con pigmentos rojos –tal como lo usaba la nobleza–, vestía una túnica marrón con una faja de dibujos geométricos, y llevaba adornos de hueso y un prendedor de plata. La expresión de su rostro es tan real que parecería que aún, después de cinco siglos de historia, estuviese por despertar.

El sepulcro de La Niña del Rayo, de tan sólo 7 años, fue descubierto dos días más tarde. Quizá fue el más impresionante de todos ya que su nombre se debe a una descarga eléctrica que la alcanzó años después de haber sido consagrada a los dioses y que le quemó parte de la cara, el cuerpo y las prendas.

NUEVA MORADA
Los tres niños encontrados presentan tal grado de conservación y buen estado que hasta cuesta creer que hayan vivido en otra época. Mucho tuvieron que ver las condiciones de frío, presión y baja humedad del volcán, al punto de que La Doncella tiene restos casi intactos de maíz en su estómago. Fue por eso que el lugar que los alojaría una vez fuera de su tumba debía imitar el ambiente de origen lo más fielmente posible. El desafío lo sortearon científicos, antropólogos e ingenieros del MAAM quienes diseñaron, además de un espectacular edificio, una cápsula de vidrio para albergar los cuerpos a 18 grados bajo cero y una cámara de criopreservación que llega a tener 30 grados bajo cero. Así, al igual que sucede en los mejores museos del mundo, la alta tecnología sirve para presentar al público y con el consentimiento de los pueblos originarios, niños testigos de una cultura apasionante.

EL RITUAL
El ritual de la Capacocha era la ceremonia más importante del calendario inca. En él se hacían ofrendas de gratitud en las que se entregaba a los dioses niños bellos y perfectos ataviados con los mejores textiles. Al ritmo de cantos y bailes, la celebración consistía en que los niños bebieran chicha (alcohol de maíz) y consumieran coca durante largas horas. Los efectos de estos brebajes sumados al frío intenso hacían que sus frágiles vidas fuesen languideciendo. Una vez dormidos eran enterrados en un pozo con un diverso ajuar de miniaturas de oro, plata, telas y plumas. Según la creencia inca, estos niños ofrendados no morían sino que se reunían con sus antepasados, afianzando así lazos entre los hombres y los dioses.

María Elena Baggio

1 comentario:

Anónimo dijo...

extremandamente interesante tal descubrimiento, al parecer me entere 10 años despues de que sucedio sin embargo creo que fue sublime. ademas de la historia breve pero clara que se relata acerca de tal ofrenda... lo recomiendo.