14 ago 2008

Apuntes Riojanos

Cosas Nuestras
Revista N° 17
La Rioja

Amo y señor
En la Quebrada de los Cóndores cielo y tierra parecen unirse. Y es el lugar ideal para avistar el ave voladora más grande que existe, símbolo del continente sudamericano y habitante inmemorial de la Cordillera de los Andes. Si algo tiene de especial la Quebrada es la posibilidad de ubicarse en lo más alto para verlo. El Morro de los Cóndores es uno de esos sitios y se llega a su cima luego de una entretenida cabalgata o caminata con la colaboración de guías. En este mirador, se puede observar cómo los cóndores se acercan con vuelos circulares hasta menos de un metro de la cabeza de los visitantes y descienden hacia sus nidos, ubicados entre las piedras salientes de la montaña, o se pierden por los desfiladeros.

El cablecarril
En las proximidades del cerro Fátima se erige el cablecarril, la mayor obra de ingeniería en vías aéreas de toda América. Inaugurado el 24 de julio de 1903, fue construido para trasladar los minerales de la mina La Mexicana, ubicada a 4.603 metros de altura sobre el nivel del mar, hacia la ciudad de Chilecito. Tiene un recorrido de 35 kilómetros con nueve estaciones unidas entre sí por una de las primeras líneas telefónicas del país. Fue declarado Monumento Histórico Nacional. Actualmente no funciona, pero se lo habilita en determinadas ocasiones con fines turísticos.


Maravilla natural
Talampaya tal vez sea la formación natural más impactante de la región. La prueba está en que su rojizo cañadón tiene paredones que se elevan hasta los 143 metros de altura y en el punto más estrecho se acercan entre sí a tan sólo 80 metros. Allí cada grito es respondido por un cuádruple eco y más de un visitante hace la prueba. Entre las extrañas formaciones que merecen ser vistas están Los reyes magos, El fraile y El tablero de ajedrez, aunque no hay que dejar de lado La ciudad perdida, otra increíble escultura natural que requiere de un guía ya que su acceso está reservado a vehículos especiales.

A volar
En Fátima se puede hacer realidad el sueño de volar practicando parapente. Es que en el año 1996 se descubrió la zona de Cuesta Vieja como uno de los paisajes aptos para disfrutar de este deporte. Se debe a que su altura, con respecto al Valle de Antinaco, es de 600 metros, con orientación hacia el este, lo cual permite despegar, elevarse y viajar sin dificultades. Así, con la ayuda de la Escuela de Parapentes, los principiantes pueden tomar vuelos biplazas, en los que son acompañados por un especialista, sin necesidad de tener experiencia o asistir a un curso previo. Generalmente los vuelos tienen una duración de 20 a 40 minutos y no hay límite de edad para los que deseen viajar por los aires, al menos por un rato.



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