22 feb 2009

PALERMO DE FERIA

















La feria artesanal en el SoHo porteño presenta una peatonal itinerante e intereses contrapuestos; opinan los diseñadores y los dueños de las marcas de indumentaria afectadas

Moda y Belleza
La Nación

20/02/09
Por María Elena Baggio


Una historia tejida en forma artesanal que parece diseñada para el conflicto. La de los artesanos instalados en las inmediaciones de la plaza Cortázar y las calles Honduras, Gurruchaga y aledaños en Palermo, que terminan por enfrentarse a los intereses de las marcas de indumentaria y diseñadores de autor, vecinos contribuyentes de la ciudad de Buenos Aires.

Los artesanos fueron ganando espacio en cuadras cercanas al punto estratégico del diseño porteño, a medida que se sumaron más y más firmas reconocidas en el mercado. En un primer intento de organización vecinal se despejó la plaza, pero en poco tiempo los artesanos consiguieron permiso oficial para instalar 92 puestos. ¿El resto? Continuó ocupando veredas, desplegando mantas, mesitas y más de un perchero en una de las esquinas estratégicas. Y como si esto fuera poco, cerca de 100 puestos de estructura de hierro y toldos del clásico amarillo del actual GCBA desplegaron, entre muchas otras cosas, artesanías, dejando en sombras a las vidrieras de la cuadra.

Las consecuencias rápidamente se hicieron notar: veredas ocupadas, complicaciones en el tránsito, escasos lugares para estacionar y el legítimo reclamo de los vecinos que allí viven, y de los comerciantes que pagan altas sumas por locales bien ubicados.

Reclamo con criterio
Mariana Dappiano, diseñadora cuyo local está en Gurruchaga 1755, opina en favor de la peatonal, pero bien puesta. "Está buena para ordenar el lugar, pero quisiera que fuese un espacio donde la gente pueda caminar tranquila, mirar vidrieras, sentarse en algún banco, pasear. Esta iniciativa de cortar la calle y poner puestos que cubren los locales no me parece justa. Las ferias deberían ubicarse en plazas u otros sitios acondicionados para tal fin, y no tapar una cuadra muy comercial donde se pagan altísimos alquileres para poner un negocio y no menos costosos impuestos".

Gabriel Hanfling, CEO de Infinit, coincide con la creativa. Su local insignia está en la esquina de Thames y Honduras. "Palermo es un barrio que convoca por su trayectoria, podría decirse, por su crecimiento comercial, con grandes marcas y locales que tienen propuestas diferentes. Tiene un atractivo genuino que se da con la puesta de los negocios, con el reciclado en muchos casos, y la puesta en valor de los espacios. Eso cuesta caro y, aunque estoy a favor los trabajadores artesanales, me parece que no es una buena idea instalar puestos que terminen por escondernos. De alguna manera es una competencia desleal, y la mayoría invierte mucho dinero para estar y permanecer, y otros no pagan nada".

El costo de un alquiler comercial en el barrio ronda entre los $ 10.000 y $ 25.000, dependiendo de la zona y las dimensiones. A eso hay que sumarle la decoración del espacio, los muebles y los gastos propios de mantenimiento, además, por supuesto, de los impuestos y de la inversión del producto. Captar clientes a través de las vidrieras es un factor clave para tener buenas ventas, y si ese principio no puede cumplirse el negocio se ve perjudicado.

Así lo explica la diseñadora Vero Ivaldi, que aunque aún no le llegó la feria peatonal hasta la puerta de su boutique está segura de que cuando le toque no será para nada beneficioso. "Actualmente existen muchos artesanos en las veredas, con sus mantas interrumpiendo el paso, y creo que en cuanto llegue el corte de calle la situación será aún peor. A la gente que viene de compras le fastidia mucho no poder caminar tranquila por la vereda, me doy cuenta de que ante demasiado espacio ocupado la gente cruza de vereda, cambia de dirección y no entra a los locales; por ende, hay menor volumen de ventas. Las clientas fieles siempre vuelven, pero así no hay posibilidad de captar nuevas", resume.

Artesanos no tan legítimos
Muchos de los consultados en el barrio manifiestan apoyar la cultura de lo artesanal, de los productos hechos realmente a mano y en series limitadas, pero advierten que en el último tiempo se sumaron muchos revendedores de ropa de clara factura industrial, como se vio en la feria autorizada por el gobierno el fin de semana último.

"Entre los puestos hubo un gran porcentaje que no son artesanos originales, sino manualidades o productos manufacturados, que vendían, por ejemplo, esencias para perfumar ambientes, zapatos clásicos y repetidos, cintos, sombreros, ropa interior, vestidos, shorts, todos productos industrializados", destaca Anabella Márquez, vecina y comerciante del barrio.

Desde Infinit también agregan que se "ven prendas y accesorios que habitualmente se consiguen en el barrio de Once o en la calle Avellaneda, y se exhiben en los puestos como diseños artesanales; eso no está bien y atenta contra los legítimos artesanos y contra el barrio en general", dice Hanfling.

También sucede que hay mucha copia de modelos y en especial de accesorios. Ely Ikonicoff, responsable de Positivo Design, lo sufrió en carne propia. "Puse una serie de collares nuevos en la vidriera pensados con inventiva y originalidad, diferentes a los en serie, que se vendían muy bien, y a la semana el mantero que paraba enfrente de mi local copió el modelo y lo ofrecía con total desparpajo al público, a la vista, sin miramientos, sin pagar alquiler, empleados ni impuestos", recuerda indignada.

Ante esta situación, Vero Ivaldi tiene una posición tomada: "El GCBA se tiene que hacer cargo de la venta ambulante, pero no ubicándolos en zonas comerciales y cortando el tránsito, sino buscando nuevos espacios donde los verdaderos hacedores de artesanías puedan trabajar tranquilos respetando el derecho de los demás".

En sintonía, Dappiano plantea una buena solución. Sugiere "concentrar las ferias en las plazas, como sucede hace tiempo en la plaza Cortázar y aprovechando también la plaza Armenia, y si aún con eso no basta que se reacondicione el corredor del ferrocarril, que está hoy abandonado, que lo levanten y armen ahí una linda feria que reúna a todos. Eso sería para mí armar un buen circuito de diseño", concluye.

No obstante los reclamos, el plan gubernamental sigue en "prueba piloto", dicen, aunque ya hace agua. Cuestión de ver qué pasa este fin de semana y si se atienden los reclamos para resolverlo.

La otra cara
"El GCBA realiza un operativo de reordenamiento del espacio público en la plaza Cortázar con la relocalización de los 120 artesanos que lograron un amparo judicial durante la anterior gestión. Sólo ese grupo ocupa un espacio de cien metros. Es que hasta el pasado fin de semana, vendedores de todo tipo de objetos ocupaban las veredas de 10 cuadras aledañas a la plaza", explica Carlos Galligani, de la Coordinación de Prensa de la Secretaría de Comunicación Social del gobierno de Mauricio Macri.

En respuesta a la nota difundida por La Nacion, sostiene: "Pudimos reducir la ocupación indebida del espacio público y asegurar una mejor transitabilidad y accesibilidad en esta área.

"El programa de reordenamiento se realizó a partir de un acuerdo firmado con artesanos y manualistas, tras la orden judicial. Antes eran alrededor de 700 personas que vendían de todo".

El gobierno de la ciudad asegura que garantizó el acceso de los vecinos de la calle Honduras a sus cocheras y el ingreso de bomberos, ambulancias o cualquier servicio de emergencia. Con ese objetivo, señala que ejecutó cuatro ejercicios de simulacro. Además, afirma que inspectores del gobierno porteño realizaron intensos operativos de control para impedir la instalación de vendedores ilegales en las veredas, y la venta de productos fuera de regla. Asimismo, ingresaron a los comercios de la zona y dejaron números de teléfonos celulares para que se denuncie la ocupación ilegal de los manteros, en competencia desleal.

El funcionario insiste en que el GCBA estableció claramente, en las reuniones de mediación, que se opondrá a la competencia desleal hacia los comercios que tributan sus impuestos. Para tal fin, logró que sólo aquellos 120 artesanos y manualistas recibieran el beneficio del amparo judicial.